Un camionero prevenido siempre tendrá su máquina en óptimas condiciones antes de ponerla en marcha, sabiendo que en la mayoría de los casos se trata de su herramienta de trabajo. Uno no está solo en la carretera y de nuestro cuidado depende también el bienestar de los demás usuarios de la vía, por ello debemos proteger cada uno de los elementos de nuestra máquina.
Batería: Gracias a la batería funciona el motor y los demás sistemas. La mayoría de desperfectos se originan en el sistema eléctrico, y particularmente en la batería. Un mantenimiento continuo y revisiones periódicas ayudarán a prevenir descargas inesperadas y garantizará el tiempo de vida útil de la batería.
Luces: El sistema de iluminación y señalización del vehículo debe someterse a una revisión mensual (posición, cruce, carretera, freno, marcha atrás, intermitentes y antiniebla). Se debe evitar la mala alineación de los faros, porque podría provocar ceguera a los conductores que circulan en sentido contrario. Y si hay baja intensidad, consultar con un especialista.
Filtros: Los filtros evitan el ingreso de impurezas al motor. Existen filtros de aceite, de aire, de combustible y del habitáculo. Cada uno de ellos debe estar libre de suciedad y partículas, para evitar desgastes prematuros en la máquina.
Frenos: El “triángulo de seguridad” del vehículo, junto a los neumáticos y amortiguadores, lo conforma el sistema de frenos, cuyos discos y pastillas, al ser materiales de fricción, se desgastan rápidamente y requieren mantenimiento y sustitución periódica. Cuidado con los ruidos o vibraciones al frenar; el pedal de freno hundido, muy duro o perdiendo capacidad de frenado.
Neumáticos: El neumático debe tener la presión que recomienda el fabricante e inflarse una vez al mes o antes de un largo viaje. La profundidad del dibujo de los neumáticos no debe superar los 1,6 milímetros (límite legal), si se quiere el máximo agarre y tracción. Urge un cambio si la profundidad es inferior a 3 milímetros.
Amortiguadores: Los amortiguadores dan confort y garantizan seguridad en el control del vehículo a altas velocidades y situaciones de riesgo. De ahí deriva la suspensión, para absorber irregularidades del suelo y asegurar el contacto de los neumáticos con el suelo firme. Son enemigos del amortiguador: el mal estado de la carretera, la carga, el kilometraje, el frío, el calor y la humedad.
Correa de distribución: Sincroniza los 4 tiempos del motor (admisión, compresión, expansión y escape), la apertura y el cierre de las válvulas; el encendido de las bujías en los motores a gasolina o la inyección en los de diésel. Se recomienda reponer esta pieza en base a los plazos aconsejados por el fabricante e incluso cambiarla preventivamente. La duración estimada de la correa de distribución está en el libro de mantenimiento del vehículo, donde se recomienda un kilometraje máximo.
Lubricantes: Minimizan el desgaste de las piezas del motor, canalizan las partículas metálicas surgidas de ese desgaste hacia el filtro, ayudan a la refrigeración y, por sus propiedades sellantes, evitan diminutas fugas en el circuito. Se debe revisar su nivel con frecuencia y cambiarlo de acuerdo a la recomendación del fabricante.
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